El diario Huelva Información entrevistaba recientemente a D. Manuel García Villalba, al hilo de las noticias sobre nuestro Economato Solidario recientemente aparecidas en los medios de comunicación. Por su interés, reproducimos íntegro el texto, que se publicó en dos partes, y añadimos fotos de los tres grupos de voluntarios que actualmente atienden el Economato.

La Asociación Resurgir cuenta desde hace 17 años con un Economato Social en el que las personas o familias en situación de necesidad pueden comprar alimentos y productos básicos por un precio muy inferior al de mercado. La labor solidaria de esta entidad, a cuyo frente se sitúa Manuel García Villalba, ha crecido al compás también de la estela de paro y pobreza que ha ido dejando la crisis económica. La salida, asegura García Villalba, está aún lejos. Según afirma, muchas personas han encontrado empleo pero el sueldo no les da para vivir dignamente. Otras, las mayores de 50 años, tendrán serias dificultades ya que se reducirá su base de cotización y, por tanto, su futura pensión. Su mayor sueño sería poder cerrar el Economato, porque eso supondría que la pobreza se ha acabado.

-¿Cuándo y por qué surgió esta iniciativa de crear el Economato Resurgir? ¿Qué hay de diferente en este tipo de atención social?

-La idea del Economato nace mucho antes de abrirse. Nace porque un grupo de matrimonios, que manteníamos reuniones periódicas basadas en el humanismo cristiano y que estábamos ayudando a algunas familias en situación de pobreza, detectamos que nuestra ayuda tenía una especie de sesgo paternalista, que lo que hacía a veces era humillar a la familia que recibía la ayuda. Esto nos hizo repensar la relación de ayuda con esas familias. Empezamos a ver las distintas opciones que podíamos plantearnos, desde un punto de vista más moderno, donde la dignidad se salvara lo máximo posible y, sobre todo, las personas tuvieran libertad de elección de productos. Y elegimos este formato de Economato. Alguno de los que formamos parte del Economato Resurgir venimos del antiguo colegio del Padre Laraña, y allí conocimos un economato de ropa. Eso nos inspiró un poco.

-¿Sólo conocían como experiencia previa este economato de ropa del que me habla o también de alguno centrado en alimentos?

-Esta experiencia era la más antigua que teníamos. Pero, aparte de eso, nos hablaron de que había una especie de pequeño economato de San Vicente de Paúl que estaba atendiendo a algunas parroquias de las Cáritas Parroquiales de Triana. Entonces, vimos cómo estaba aquello organizado y fundimos una idea mixta de todo, creando lo que actualmente es el Economato Resurgir en Huelva.

-¿Se podría decir que fueron ustedes pioneros?

-Aquí en Huelva sí fuimos pioneros en esta iniciativa. Y también es cierto que el formato que hemos diseñado nosotros después ha inspirado a otros proyectos similares en distintas ciudades de España. Además, hemos tenido la experiencia de que, a través de contactos en la Universidad cuando hemos participado en algún máster o doctorado, gente de fuera de España, por ejemplo de Argentina, Italia, Austria o Inglaterra se han interesado y sé que se han hecho economatos en estos países.

-¿Cuál es la diferencia entre este tipo de asistencia que ustedes ofrecen con respecto a la ayuda que se suele dar a las familias que atraviesan situaciones de necesidad?

-La diferencia creo que es sustancial, porque cuando vas a pedir comida, te dan la comida que tienen, o un vale para que compres en otra entidad o comercio. Eso conlleva, de alguna manera, que la persona pueda comprar, por ejemplo, alcohol o cosas que se les meten por los ojos y que no es esencialmente lo que necesitan. Si tú le pones a una persona al lado, es como si le pusieras un policía a ver lo que compra, y eso nos parece indigno. La diferencia nuestra es que, a pesar de que puede haber errores de esas personas en sus compras, son libres de elegir lo que ellos creen que necesitan para su casa y comprarlo por un precio realmente bajo. La pobreza tiene muchos matices. Cuando uno cae en ella, no solamente es pobre económicamente, es pobre de salud, de ideas, de relaciones con su propia familia, de amigos, es pobre en el ocio… Es pobre, en resumidas cuentas, psicológicamente. Y ese bloqueo le hace un daño terrible, muy superior a lo que es el bloqueo económico.

-¿Cómo funciona el Economato? ¿Cómo accede la gente a este servicio?

-La experiencia nos ha enseñado que, con tantas familias a atender, teníamos que hacer una planificación de varias cosas. Una es la parte operativa, otra la atención humana a esas familias y otra que es crear y buscar recursos para poder atenderlas, además de facilitar otros recursos distintos para las personas en pobreza crónica para ayudarlas a salir de ella. Independientemente, tenemos otros caminos como son la sensibilización social en colegios, en la universidad y otros organismos, sobre qué es y cómo gestionar la pobreza y la solidaridad.

-Me refería especialmente a que si hay una persona o familia en situación de necesidad, ¿cómo llega a este servicio?

-Nosotros queríamos hacer un recurso a disposición de las entidades que estaban haciendo lo mismo que nosotros. Nuestra idea era sumar, crear un efecto multiplicador. Nos pusimos en contacto con las Cáritas Parroquiales para que ellos, en vez de darles dinero a las familias o enviarles alimentos, los derivaran aquí. Actualmente trabajamos con 30 entidades, algunas son Cáritas y otras ayuntamientos u otro tipo de ONGs. A través de ellos se canaliza a las familias que llegan.

-¿Cuántas personas atienden en el Economato al mes?

-Atendemos a unas 1.300 familias, y la media de personas por familia está entre 4,3 o 4,5 personas. En algunos casos incluso son más, porque las hijas están viviendo con sus hijos en casa de la madre y ésta tiene también al nieto de hijo, etc. En fin, tenemos muchos casos dramáticos y estamos viendo muchas personas de la antigua clase media, autónomos, profesionales de todas las especialidades a los que ha empezado a irles mal y se han venido abajo. Hemos tenido psicólogos, economistas, abogados, directores de banco, de todo.

-Precisamente esa era una de las cosas que le quería preguntar. ¿Ha cambiado el perfil de la pobreza desde que empezaron hasta ahora, en especial con la crisis económica?

-Sí. Nosotros cuando empezamos intentábamos atender a la pobreza más cronificada y sectorizada. Pero tuvimos que dar el gran salto con el inicio de la crisis para atender a una gran cantidad de familias que estaban en una situación completamente nueva para ellos, difícil y que se estaban hundiendo cada vez más. Y que encima no sabían gestionar. Cuando existe pobreza crónica, la persona tiene más capacidad de buscar recursos recurriendo a entidades sociales. Para nosotros era muy importante que estas familias comenzaran a llegar, primero llegan con un poco de timidez y después con absoluta libertad y con la sonrisa y el agradecimiento en sus labios. ¿Qué hemos notado también? Que el abismo que se ha producido es cada vez más profundo. Hay personas que han caído en picado, que están en el agujero, y difícilmente podrán salir de ahí.

-Desde muchos ámbitos se habla de cierta recuperación económica. ¿Lo han notado aquí, en el Economato?

-No. Mire, hay gente que están trabajando ahora pero aún con ese trabajo el sueldo no les llega para vivir dignamente. Entonces, necesitan un apoyo, porque tienen que pagar alquiler, los gastos fijos de la casa, luz, agua, butano, la comunidad o la hipoteca. Porque sabemos todos que los salarios no han subido. Y si los salarios no han subido y el precio de los productos sí, el diferencial, el margen que le queda a esa familia sigue siendo mínimo.

-¿Nadie está libre ahora mismo de caer en la pobreza?

-Absolutamente nadie. Yo he tenido gente aquí llorando, profesionales con carrera que estaban ganando un buen sueldo diciéndome que jamás creyeron que iban a estar aquí. Y gente que nos han ayudado en estos años y a los que estamos ayudando ahora nosotros.

-Lleva muchos años trabajando en este proyecto y supongo que ha visto muchas situaciones complicadas. Debe ser duro trabajar en este ámbito…

-Muy duro, sobre todo porque hay momentos en los que sientes que le puedes resolver el problema puntual, pero no la causa del problema, que es lo que te duele.

-El servicio que ofrecen ha ido creciendo con los años, ¿cómo ha sido esa evolución?

-Nosotros tenemos estudios sociológicos sobre la pobreza en Huelva y hemos mantenido un Observatorio Social a través del profesor Francisco Cruz, lo que nos permitió saber que en el año 2009 el salto de la pobreza fue, creo recordar, de 14.000 personas en la capital a 33.000, algo tremendo. Esto nos asustó y tuvimos que pegar el salto a un local mayor y atender no solamente a las familias que habitualmente enviaba Cáritas Parroquial. Nos llegaban también familias de los pueblos, así que firmamos un convenio con la Diputación para los municipios de menos de 8.000 habitantes, así como con determinados ayuntamientos de la provincia.

-Tienen la colaboración tanto de empresas como de instituciones. ¿Están satisfechos con el apoyo que reciben?

-Nosotros estamos satisfechos y, es más, vamos a firmar un convenio con el Ayuntamiento de Huelva para atender a la población de la capital, que antes no lo hemos podido hacer al nivel que se necesitaba totalmente. Hemos tenido unas reuniones y encuentros con trabajadores sociales para que cuando se aprueben definitivamente los presupuestos iniciar de forma escalonada la atención a esas familias.

-La cantidad prevista por el Ayuntamiento en el Presupuesto de 2016 es de 250.000 euros. ¿Es una buena noticia?

-Sí, es una gran noticia.

-¿Con qué fuentes de financiación cuentan? ¿Cómo consiguen los recursos para mantener este servicio, que entiendo que es costoso?

-Nosotros tenemos dos presupuestos. Uno de gastos fijos, que tratamos de sostenerlos con el dinero que aportamos los propios voluntarios, que pagamos una cuota mensual, con la que también cubrimos ayudas a determinadas familias. Aparte, con las instituciones con las que firmamos convenios, hay un apartado para atender determinados gastos. Y con esto cubrimos los gastos fijos. Lo otro, lo que hacemos es entre el dinero que aporta la entidad, el que paga el usuario por los productos y una pequeña cantidad que aportamos nosotros compramos los artículos. ¿Qué pasa? Que una cesta de compra por la que una persona a lo mejor paga aquí 25 euros en la calle valdría 140 euros y, como verá, aquí hay pescado, hay pollo, pañales, artículos de limpieza, aseo personal, de todo.

-¿Cuántos productos tienen y cuáles son los más demandados?

-­Aquí hay cerca de 400 productos y la gente se lleva lo que necesita. La verdad es que no sé decirle qué productos son los que sobresalen sobre otros. Eso sí, velamos siempre porque tengan la máxima calidad, los sometemos de forma constante a un control de calidad.

-Incluso tienen productos sin gluten para celíacos.

-Exactamente, tenemos bastantes, porque hay muchas personas que sufren este problema. Y ahora queremos introducir productos de la línea infantil.

-Según los datos que dio recientemente el Ayuntamiento, se habla de que 40.000 personas podrían estar en riesgo de exclusión social en Huelva. ¿Lo han notado en el Economato?

-Por ahí pueden estar las cifras. Lo que sí hemos notado es que estamos teniendo mucha demanda de la capital, y hasta el momento estamos atendiendo no todo lo que deberíamos atender o lo que quisiéramos atender.

-¿A veces tienen que decir que no?

 -Es difícil que digamos que no. Nos ponemos enla piel de las personas e intentamos buscar una solución.

-¿Huelva es solidaria?

-Huelva es muy solidaria. A veces, destacamos mucho los defectos de los onubenses, pero también hay que destacar sus valores, como, por ejemplo, que son solidarios.

-¿Cuántos voluntarios tiene actualmente la Asociación?

-Somos 55 voluntarios en este momento, hemos crecido mucho también en este aspecto, porque cuando empezamos éramos 20.

-¿Cómo se reparte el trabajo entre los voluntarios? Porque imagino que este servicio debe conllevar mucho trabajo…

-Nosotros abrimos tres días a la semana, porque el resto de los días tenemos que comprar, reponer, etiquetar, fiscalizar, etc, y además recibir los datos de las personas que van a venir por aquí. Aparte, hay distintas áreas, desde la portería, donde hay una persona encargada de filtrar y ordenar la entrada. Después pasan a recepción, entregan su carné de identidad, le dan un carné o autorización para comprar, cogen su cesta y pasan a la zona de estanterías, donde también hay personas de apoyo. Después está el servicio de reposición, que son varios voluntarios que van reponiendo constantemente productos. Además, hay que atender las cajas. Aparte, tenemos lo que es la oficina y otra parte externa que está en contacto con instituciones periódicamente para que no se baje el ritmo de colaboración entre todas. Independientemente, contamos con otro apartado de atención jurídica para las familias que, por ejemplo, tienen un problema de hipoteca o de incapacidad permanente o de separación, etc. Otros se encargan de la sensibilización en los colegios, la Universidad o en distintos ayuntamientos.

-Cuando hablamos con voluntarios, la mayoría nos dicen que, aunque son muchas horas las que hay que dedicarle a esta labor, al final recibes mucho más de lo que das. ¿Se tiene esta sensación aquí también?

-Nosotros tenemos un equipo de voluntarios que es sensacional, que está permanentemente sensibilizado con la situación de los otros y demuestran día a día que tienen una gran empatía con las personas a las que atienden. Sin ellos, todo esto no sería posible. También procuramos que su perfil se ajuste a las necesidades de los usuarios.

-También trabajan con otras entidades sociales. ¿Cómo es la relación con ellas?

-Muy buena, la verdad. Ellos están a pie de calle, conocen la familia, la visitan, saben cuál es su situación y nos envían a la familia ya con la información necesaria para que nosotros las atendamos. Nosotros lo que hacemos es atenderles. Ese trabajo en red es lo que permite que las familias reciban la ayuda que necesitan.